Desde muy niña, Alexia había cultivado una singular amistad con su Angel Custodio..., a él recurría ante cualquier necesidad, propia o ajena, y con él mantenía un trato contínuo y confiado.
Alexia se refería a su Angel de la Guarda -al que había puesto nombre : Hugo- como alguien al que percibía "casi sensorialmente"; evidentemente esa presencia solo puede ser advertida con los "ojos del alma", aquellos que obtenemos con la Fe.
En cierta acasión, su familia, intrigada, le preguntó: ¿por qué has elegido ese nombre para tu Custodio?, y ella con toda naturalidad contestó: "porque me parece un buen nombre para un angel".
Hugo no desaparecía de su presencia, compartía con ella los acontecimientos menudos y los importantes de su vida....., bueno, salvo en una ocasión en que Alexia aseguró que "se había ido"; fué cuando experimentó la presencia inquietante del Maligno : se le estaba realizando una cura de las llagas que le había causado el corset de escayola.....de pronto comentó: "mamá aquí hay una cara fea", su madre, desconcertada por el comentario, pensó que se refería a la enfermera que la curaba y no lo entendía, pues Alexia era muy delicada con todos, y le dijo : "no hija mía, esta enfermera ( la llamó por su nombre) es muy guapa"...., a lo que ella le contestó : " no, mamá, no me refería a la enfermera, sino al negro (así llamó a Satanás), y además se ha ido Hugo.."; enseguida
Moncha- era el nombre de su madre, ya en el Cielo- roció la cama con agua bendita- de la que dice Santa Teresa de Jesús que es muy eficaz para ahuyentar a los demonios- y poco después Alexia dijo : " ya se ha ido...y ha vuelto Hugo"...
Con temblor aún en las piernas, su familia le preguntó :¿ Alexia, y tú no tenías miedo? a lo que respondió : no, porque a mí no puede hacerme daño ( daba a entender que estando el Maligno atado como con una cadena, como un perro rabioso, ella que siempre estaba tratando de agradar a Dios, estaba fuera de su alcance...( no hay que olvidar que su oración ante el Santísimo - desde la más tierna infancia- era "JESUS, QUE YO HAGA SIEMPRE LO QUE TÚ QUIERAS").
Yo llegué a la habitación momentos despues, cuando aún se respiraba una cierta inquietud, y me contaron con detalle todo lo sucedido....entendimos que se trataba de un intento a la desesperada del Demonio para hacerle perder la paz y la esperanza...pero Alexia superó la prueba con admirable serenidad.
Tenía yo, por entonces , la costumbre de pasarme por la segunda planta de la CUN- en la que estaban ingresados los niños de Oncología- después de resolver mis tareas profesionales...; así visitaba, casi a diario, a Alexia, procurando prestarle algún pequeño servicio, para evitarle sufrimientos o para entretenerla un poco...; la verdad es que agradecía mis visitas y me mostraba un cariño muy especial.
Un buen día me comentó : ¿sabes una cosa?..., si te hubiese conocido antes a mi Custodio le hubiese llamado Aurelio..,no pude evitar el conmoverme.
Entonces era yo quien podia prestarle favores...ahora, no dejo de recurrir a su intercesión , y es ella quien me los presta a mí.
jueves, 27 de enero de 2011
domingo, 23 de enero de 2011
UN VERDADERO CAMBIO DE IDENTIDAD
Recuerdo con especial cariño las mañanas de Domingo de mi infancia...cuando mi madre, hoy en el Cielo, nos urgía a acelerar el paso, para llegar puntuales a la Santa Misa, estimulados por el repique de las campanas de la Parroquia de la Encarnación, de Loja.
La vida interior suya-de mi madre-era el motor que impulsaba a nuestra familia numerosa de ocho hermanos.
Muchos años después he comprendido mejor por qué la Iglesia nos manda, bajo pecado grave, asistir a la Misa todos los Domingos y Festivos.
Vivimos en un ambiente coactivo, que impone un modo de pensar y de actuar contrario a las exigencias de la vida cristiana, en un mundo azotado por un viento impetuoso que hace difícil conservar la llama de la vida sobrenatural; sin embargo ese mismo viento no solo no apaga un incendio forestal...sino que actua como un factor de propagación ; quiero decir que los cristianos de hoy no debemos conformarnos con "sobrevivir" en un clima inhóspito, sino que hemos de empeñarnos en cambiarlo, en transformar esta civilización del egoismo, del odio y de la muerte en una civilización del respeto, del servicio y del amor.
¿Pero hay alguna posibilidad de librarnos de la presión de un ambiente materialista, hedonista, relativista, secularista y racionalista.....? , dicho de otro modo, ¿puede un objeto metálico verse libre de la fuerza condicionante de un poderoso campo magnético?... bien pensado solo hay un modo : un cambio de naturaleza, que renuncie a su condición de metal y acepte ser madera noble, solo así evitaría verse condicionado.
¿Cabe la posibilidad de que un ser humano "cambie de naturaleza"?
Precisamente esto es lo que ocurre en la Santa Misa : al participar de un modo consciente y activo en el Sacrificio del Altar, compartiendo la muerte de Cristo compartimos también con Él su vida : Él asume nuesta vida como propia, y nosotros hacemos nuestra la Suya, nos divinizamos.
Ese cambio de identidad, que afecta a nuestro ser - un verdadero "salto ontológico" - nos blinda ante la agresividad del ambiente y la malicia del Maligno....,nos lo dice el mismo Jesús : "Confiad, Yo he vencido al mundo"(Jn 16,33), y en otro lugar : " El principe de este mundo no puede nada contra Mí" (Jn 14,30)
Incorporados al Cuerpo Místico de Cristo, viviendo de su Espíritu en la Iglesia, quedamos liberados de la presión del mundo y de las insidias del Demonio.
Y es en la Santa Misa donde adquirimos esa nueva identidad, pues la adopción divina transforma nuestro ser. Cedida la "propiedad " de nuestra vida, siendo ahora " de Cristo", cristianos, cambia el sentido de nuestro vivir : volvemos a nuestro ambiente habitual, a nuestra ocupaciones, que siguen siendo las mismas..., pero nosotros no somos los mismos ; si actuamos movidos por el Espíritu Santo, todo lo que hacemos o sufrimos se lo atribuye como propio Aquel de quien somos miembros, y adquiere valor divino.
Esa nueva identidad nos habilita para hacer nuestra la Misión de Jesucristo, hechos uno con Él y en Él.
Se entiende que la Santa Misa deba ser el centro y la raiz de nuestra vida interior.
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