Bienvenidos a mi blog

La razón de incluir este blog en una web de formación como es identidadymision.com es crear una ocasión continuada de expresar ideas, y de compartir experiencias, que como ser humano, como amigo, como padre, y -en todo caso- como cristiano, he adquirido y acumulado a lo largo de una vida que empieza a ser... dilatada en el tiempo.

¡Ojalá, pueda lograr ese objetivo!

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viernes, 6 de mayo de 2011

EL PRIVILEGIO DE SER...CO-PROTAGONISTAS EN LA SANTA MISA

 ¡Nos cuesta hacernos cargo!, una mezcla de ignorancia y de rutina lleva a considerar el Sacrificio Eucarístico con demasiada frivolidad.

La oportunidad de participar activamente, y no sólo como espectadores, en un acontecimiento divino nos viene dada por la inefable realidad de "formar parte" de Cristo, como miembros vivos de su Cuerpo, en virtud de nuestra incorporación a Él, ocurrida en el Bautismo.


Somos "de Cristo"-cristianos-, y en Él participamos de su Sacerdocio real, haciendonos aptos para ofrecer al Padre el sacrificio de su Hijo...y para ofrecernos..." hechos uno con Él"; en Él participamos en la Liturgia del Cielo y anticipamos la vida eterna.


¿Quién podría aspirar a una vida comparable a la que nos otorga el Espíritu Santo?


Si hemos aceptado esa nueva identidad, renunciando a lo que fuimos, nuestra misión no puede ser otra que la Suya, la glorificación del Padre, cuyo cúlmen es la obediencia hasta la muerte de Cruz, devolviendole de este modo toda la Creación ..., renovada, que le había sido arrebatada.


En la Santa Misa, justo antes de iniciar la Plegaria Eucarística, el sacerdote, que no actua en nombre propio, sino que "hace visible a Cristo", dice : 
" ORAD HERMANOS, PARA QUE ESTE SACRIFICIO MÍO Y VUESTRO SEA AGRADABLE A DIOS, PADRE TODOPODEROSO"...( bien podría decir ...: "rezad para que nuestro sacrificio agrade a Mi Padre, que también es vuestro Padre"), y todos respondemos: EL SEÑOR RECIBA DE TUS MANOS- las de Cristo- ESTE SACRIFICIO, PARA ALABANZA Y GLORIA DE SU NOMBRE, PARA NUESTRO BIEN  Y EL DE TODA SU SANTA IGLESIA ( en este orden: primero dar gloria a Dios, y -como consecuencia- obtener provecho personal y para toda la Familia  de la Iglesia).


Me conmueve imaginar que es Jesús mismo el que nos considera hermanos, y nos invita a unir nuestro sacrificio al suyo...en un verdadero holocausto espiritual.


No puedo ocultar que en esos momentos me siento avergonzado...por defraudar al Señor;  Él confía en nuestra entrega generosa...y sin embargo ¡cuánta mediocridad!, cuando más sólo puedo ofrecerle una "entrega a medias", que nunca está a la altura de la Suya.


Podrás pensar..... 
¡no compares..., Jesucristo es Dios y tú un pobre hombre!,   Sí, eso es cierto, pero tambien es cierto que Jesus es un "verdadero hombre", y que yo, siendo un pobre hombre, he recibido como "motor de mi Vida" el mismo Espíritu que le llevó a Él ...hasta la cima del Calvario. ¿Por qué Él no se resistió....y yo apenas me dejo mover? 

Está claro que todo lo que no sea "ser santo" para un bautizado...supone un fracaso culpable...del que se deberán rendir cuentas.


Pero volvamos a nuestra línea argumental...
Queda patente que nuestra "aportación" al Sacrificio de la Cruz...está muy lejos de la que cabría esperar.


Pero Jesucristo no nos recrimina, ha asumido como propia nuestra vida... con todas sus consecuencias, aceptando como propias nuestras deficiencias y nuestras culpas.


Sin embargo hay una condición para que nuestro "co-protagonismo" en la Eucaristía sea "aceptable": EL RECONOCIMIENTO DOLIDO DE NUESTRA INDIGNIDAD.


Por eso, al comienzo de la Santa Misa se nos invita a RE-CONOCER nuestras culpas: "HERMANOS, ANTES DE CELEBRAR LOS SAGRADOS MISTERIOS, RECONOZCAMOS NUESTROS PECADOS".


No es indiferente el pasar por alto ese ruego y agotar esos segundos en un silencio vacío de contenido.

YO  ME CONFIESO ANTE DIOS Y ANTE VOSOTROS, HERMANOS, CULPABLE DE PECADOS DE PENSAMIENTO, PALABRA, OBRA Y OMISIÓN....., Y RUEGO A SANTA MARÍA, A LOS ANGELES,  A LOS SANTOS Y A VOSOTROS, HERMANOS, QUE INTERCEDÁIS POR MÍ ANTE DIOS NUESTRO SEÑOR.

 Quisiera detenerme a considerar lo que significa RE-CONOCER los propios pecados.


Hablamos de traer a la memoria el sentimiento de culpa que debió acompañar a nuestras ofensas a Dios.
Nos estamos refiriendo al SENTIDO DEL PECADO.


Por desgracia, en nuestros días, se ha perdido esta conciencia de culpa, y la explicación no resulta difícil de comprender:  ¿Acaso son visibles las manchas en la oscuridad?, sólo en la medida en que se ilumina una habitación destacan el desorden y la suciedad.


LA MALICIA DEL PECADO SÓLO RESULTA PATENTE EN CONTRASTE CON LA SANTIDAD DE DIOS.


Si Dios desaparece del horizonte de la vida...se instauran las tinieblas y deja de existir sentido del pecado; "seréis como dioses" ..., y "dios" no tiene que rendir cuentas a nadie de lo que hace o deja de hacer; él se tiene por la única instancia moral.
Por eso, el ser humano que rechaza a Dios...acaba perdiendo el sentido del pecado.


Hablo de vivir a espaldas de nuestro Dueño, pero ¿qué puede ocurrirnos a los que tratamos de "no darle la espalda"?

Para conservar el sentido del pecado son necesarias dos cosas:  de una parte  QUERER OBEDECER A DIOS,  y de otra conseguir una ADECUADA FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA;  lo segundo es consecuencia obligada de lo primero: ¿cómo tratar de agradar a alguien...si se desconoce lo que le agrada, lo que espera de nosotros?


Por tanto, antes que nada, habría que dejar clara "la importancia de obedecer a Dios", pues todo lo demás es consecuencia lógica.


Tenemos clara la necesidad de obedecer a Dios cuando tomamos conciencia de nuestra radical dependencia : somos "suyos", Él nos ha dado el soplo de la vida, ha planeado nuestro caminar terreno, y está en todo lo nuestro, poniendo a nuestro servicio su poder y su misericordia...., nada de lo que hacemos o nos pasa le resulta indiferente.
Rechazarle, romper con Él, equivale a renunciar a lo que somos y a lo que estamos llamados a ser.


Volvemos a la argumentación inicial.


El contraste entre la generosidad de Dios y nuestra mezquindad es tal que resulta utópico pensar que podemos responder al requerimiento de Jesús...con una conciencia pura.


Por eso, en un gesto de misericordia, sólo nos pide el dolor por no estar "a la altura de las circunstancias".

Con un corazón compungido por haber correspondido a las delicadezas de Dios...con menosprecio y con ofensas...nos hacemos dignos de participar en el Sacrificio  de la Cruz, único modo eficaz de ADORAR A DIOS, DE PEDIRLE PERDÓN POR NUESTRAS CULPAS, DE PEDIRLE AYUDA EN LAS NECESIDADES, Y DE AGRADECERLE SU INFINITA BONDAD.



Sólo así, llegamos a ser verdaderos co-protagonistas, mediante  una participación libre, consciente y activa en la Santa Misa, en la que podemos estrenar..,a diario, la nueva Vida del Espíritu.