Bienvenidos a mi blog

La razón de incluir este blog en una web de formación como es identidadymision.com es crear una ocasión continuada de expresar ideas, y de compartir experiencias, que como ser humano, como amigo, como padre, y -en todo caso- como cristiano, he adquirido y acumulado a lo largo de una vida que empieza a ser... dilatada en el tiempo.

¡Ojalá, pueda lograr ese objetivo!

INDICE TEMÁTICO DEL BLOG, CON ENLACES A LAS ENTRADAS, Y ORIENTACIÓN SOBRE SU CONTENIDO...


jueves, 17 de mayo de 2012

¿QUÉ HAY DE REAL EN EL "MAL DE OJO"?

 Hace unos días cayó en mi mano un artículo que me dió que pensar...,se trataba de un trabajo de Juan Cruz Cruz,  publicado en arvo.net., en el que se habla de la envidia como raiz del odio, y en el que se hace referencia al "mal de ojo".
No me he resistido a reproducir algunas de sus ideas principales,  tratando de  hacer asequible su contenido.

"LA ENVIDIA COMO RAIZ DEL ODIO "  

La envidia es considerada por Santo Tomás de Aquino como una de las raíces del odio, siendo, desde el punto de vista fenomenológico, como una "mirada fascinante".
 La fascinación, según el diccionario, es la acción de «aojar», de emitir un mal a través de los ojos.

 ¿Hay  gentes que emiten maldad a través de sus ojos?

¿Hay personas que, con su mirada maléfica,  pueden influir negativamente en otros, o en las cosas que se relacionan con ellos?... este es en síntesis el problema de la "fascinación".


 En nuestras sociedad  existe  una creencia inconsciente en una fuerza oculta,  de la que disponen algunos hombres, que emitida por los ojos perjudica a otras personas en su salud o en sus  bienes, impidiendoles su felicidad en esta vida.


 Esa "fuerza"  tendría la propiedad de dañar, o consumir las cosas sobre las cuales se  clavan  las pupilas;  descargarían sobre lo que miran una "sustancia invisible", a semejanza del veneno de las serpientes.


Cuenta Plutarco que Eutélidas tenía tanto poder negativo en sus pupilas que podía dañarse a sí mismo con sólo mirarse al espejo; ese poder fue llamado por los latinos fascinum (de ahí nuestra palabra fascinación), que en castellano también se llama aojo, o "mal de ojo".
Cuando el «aojador» encuentra una cosa viva y hermosa, lanza contra ella la luz envenenada de sus ojos, la hace languidecer paulatinamente, o incluso la destruye al instante.
A aquél sobre quien ha recaído el mal de ojo no podrá ya salirle bien ninguna tarea, ningún proyecto: lo que emprenda o realice acabará saltando en mil pedazos; hasta su futuro  queda amenazado.


 Los «fascinadores» suelen tener aspectos contrahechos, o mostrar una fealdad física, especialmente en la apariencia facial, la que entra por los ojos, y el daño  causado por del fascinador es 
" provocado" por las «cualidades» de otros, que son estimadas como negativas, aprehendidas como un mal  y, por tanto, motivo de aversión u odio.


 ¿Pero qué cualidades son estimadas aquí como «negativas» y provocadoras de la reacción maléfica de la «fascinación»,las buenas o las malas?:  aunque parezca mentira, normalmente son las buenas.


 Lo "negativo y provocador" es la inteligencia, la belleza, las cualidades, el bienestar que se ve, por ejemplo, en una persona; por tanto ser inteligente, estar muy capacitado o lleno de cualidades físicas, psíquicas y sociales es un factor provocador, atrae el «mal de ojo» del «fascinador».


Salta a la vista que el fascinador está atormentado en su interior por un sentimiento de odio especial, provocado por la envidia, la cual no es otra cosa que la tristeza o el pesar del bien y de la felicidad del otro.


 Envidia, etimológicamente, viene del verbo latino videre que indica la acción de ver por los ojos, y de la partícula in; de modo que invidere significa mirar con malos ojos, proyectar sobre el otro el mal de ojo.


De este modo se erige la envidia en raíz o madre del odio a la persona, especialmente las próximas: invidia est mater odii, primo ad proximum, decía Santo Tomás.

  La envidia, entre los griegos, era representada como una mujer con la cabeza erizada de serpientes y la mirada torcida y sombría; su extraña mirada, junto con su tinte cetrino, tienen una explicación fisiológica, pues en el acto de envidiar sufre el hombre una reacción cardiovascular,  por estimulación simpática,  que  puede acabar produciendo lesiones viscerales microscópicas, al dificultar la irrigación sanguínea.
 La cabeza coronada de serpientes era símbolo de sus perversas ideas; en cada mano llevaba un reptil, uno que inoculaba el veneno a la gente, otro que se mordía la cola, simbolizando con ello el daño que el envidioso se hace a sí mismo.
La envidia,  de este modo, es el único pecado capital en que el que lo comete...lo pasa mal, al tiempo que hace el mal.


 La filosofía clásica  describió seis características en el «envidioso»:
Primero, al «envidioso» le produce pesar o descontento el bienestar y la fortuna de los demás, en cuanto considera que disminuyen su gloria personal; ve los bienes del otro, pero no  las privaciones y sufrimientos que ha tenido que  afrontar para conseguirlos. 

Segundo, el envidioso es una persona próxima al provocador, cercano  y de parecida fortuna.  No se puede envidiar a un Rockefeller, pero sí  al charcutero del  barrio, que se está enriqueciendo.
  
La gran desigualdad provoca admiración, mientras que la desigualdad mínima provoca envidia y ojeriza. 

 El estudiante que se dirige a pie desde su barrio a la Universidad, odia solo un poquito al compañero que va montado en un modesto automóvil; pero el dueño de ese automóvil se muere de envidia cuando es adelantado por un vehículo deslumbrante y de afamada marca. 

A veces lo envidiado es igual o parecido a lo que el envidioso tiene; pero la imaginación inconscientemente lo deforma, lo agranda. Por eso dice el refrán que el envidioso hace de los mosquitos elefantes. 

Tercero, lo que al envidioso le molesta no son tanto los valores materiales del otro, sus cosas, cuanto la persona misma poseedora de esos valores , al  sentir el bien del otro como mal propio, experimenta un odio  profundo a la persona que tiene ese bien;  por eso dirige contra él  su carga agresiva, queriendo anularlo: no pretende obtener sus bienes, sino destruirlos y, a ser posible, destruirlo a él también.

 Su envidia es sádica; viene a decir: si yo no puedo tener eso, haré que no lo tengas tú". 

Cuarto, cuanto más favores, atenciones o regalos haga el provocador al fascinador, más fuerte será en éste el deseo de eliminarlo, pues la dádiva le recordará siempre que él está  por debajo.   


Quinto, como la mayoría de las veces el fascinador no puede destruir al otro, y  no puede soportar la idea de que le sobrevivan las personas afortunadas, dirige contra sí mismo la otra parte de ese odio agresivo: no sólo quiere destruir al otro, sino destruirse a sí mismo; su lema será: «prefiero morirme antes que verte feliz!»,  de ahí que digamos que alguien "se muere de envidia". 

Sexto, el fascinador nunca descansa: ni siquiera la expropiación forzosa  del otro,  logra apagar su envidia. Por eso, "si la envidia fuese fiebre, todo el mundo habría muerto", dice el refrán. 

 El triste tema del mal de ojo exige una última reflexión.


¿Quién está detras de todo ese daño gratuito?, ¿quién es el "envidioso" por excelencia?, pues no es otro que Satanás: consciente de su elevada perfección no pudo "soportar" el verse "obligado" a adorar a un Hombre, a Dios-hecho-hombre, y empeñó todo su poder en tratar de destruirlo; desde entonces, y a pesar de haber sido derrotado, lo suyo es engañar...y hacer daño.
¡Desde el principio es un homicida !

 Quien arde en envidia, puede convertirse -habitualmente sin  ser consciente de ello- en un  cómplice del maligno, que "lo usa" como instrumento en su incansable afan de destruir.

De ningún otro puede proceder un poder malefico semejante.



La conclusión resulta clara: el mal de ojo  existe, no es fruto de la imaginación de mentes malpensadas, y esa  "fascinación" que lo causa no es otra cosa que una verdadera mirada...diabólica.

Por último reproduzco unas palabras de Gabriele Amorth, el exorcista  del Vaticano, acerca del  mal de ojo:

El mal de ojo consiste en un maleficio hecho por una persona por medio de la mirada. No se trata, como algunos creen, del hecho de que ciertas personas te traigan mala suerte si te miran con ojos bizcos; esto son historias.
El mal de ojo es un verdadero maleficio: supone la intención de perjudicar a una determinada persona con la intervención del demonio.
 Lo que tiene de particular es el medio usado para llevar a término la nefasta obra: la mirada.
He tenido pocos casos y no del todo claros; o sea que era evidente el efecto maléfico, pero no lo era igualmente su artífice y tampoco que, como medio, bastase una simple mirada. Aprovecho la ocasión para decir que muchas veces no se llega a conocer al artífice del maleficio y ni siquiera cómo ha empezado el mal.
 Lo importante es que la persona afectada no esté sospechando de éste o aquél, sino que perdone de corazón y ruegue por quien le ha hecho el mal, sea quien fuere".

Y eso porque, en su Sabiduría, Dios hace que ese "daño sufrido"pueda suponer para la víctima...un gran bien:
¡ también el Diablo está obligado a servir a Dios!.

jueves, 10 de mayo de 2012

ELOGIO DE LA ELEGANCIA

Hoy parece que no está de moda "ser elegante"; en nuestra sociedad se ha impuesto un estilo de vida que raya cuando menos en la vulgaridad...cuando no en la zafiedad; se confunde la autenticidad con la espontaneidad, y se presentan como modelos a imitar comportamientos que no son nada edificantes.


En estas líneas quisiera tratar de definir y describir lo que es la elegancia, subrayando la necesidad de cultivarla, tratando de mejorar en el cortejo de virtudes que la hacen atractiva.


No es fácil definir la elegancia, por la variedad y riqueza de los elementos que la configuran...,y por el halo de misterio en que está envuelta.


Antes que nada habría que dejar claro que la elegancia es un "modo de ser", más que una apariencia exterior, o una manera de actuar.


El término elegancia proviene del latín: eligere, y hace referencia a uso que podemos hacer de nuestra voluntad libre: el que es elegante sabe lo que quiere, tiene claro lo que le conviene, y trata de elegir siempre lo mejor.


Es en esa sucesión de elecciones libres donde nos vamos "construyendo" a nosotros mismos, configurando nuestra personalidad; es por ésto por lo que  la elegancia  tiene una indudable connotación moral.


La verdadera elegancia aflora "desde dentro del sujeto, y se manifiesta  como un "aroma" que lo distingue, dándole un sello muy personal,  haciendo patente  su coherencia y su armonía.


¿En qué pilares se asienta la elegancia?


En síntesis podríamos decir que está basada en una buena educación, en una cultura adecuada a las circunstancias personales...y en una cierta delicadeza de espíritu.
Por todo esto podríamos decir que la elegancia no se improvisa, no puede considerarse propiamente como un "don natural", sino como una "conquista", fruto del esfuerzo continuado por consolidar aquellas virtudes, intelectuales y morales, que son propias de un ser humano íntegro.


¿De qué modos suele manifestarse la elegancia?


Quien es elegante lo demuestra en su manera de hablar, pues sabe administrar sus silencios y sus palabras, al tiempo que destaca por su capacidad de escuchar. Utiliza un vocabulario rico y preciso, evitando en todo caso recurrir a palabras malsonantes, que dañan y empobrecen el idioma.
Sabe elegir temas de conversación en los que no se corra el riesgo de herir a los demás, y emplea un tono de voz que deja patente el respeto que le merece su interlocutor.


La elegancia se transparenta en el mismo lenguaje corporal, que hace visible a la persona, y se expresa en diversos gestos, especialmente en el  rostro.


Una  persona elegante cultiva el gusto estético, asume unos valores éticos, sin renunciar al espíritu crítico  que deja claro su personal enfoque  de la realidad; y lo hace haciendo gala de una delicadeza en el trato, que le lleva a elegir sus palabras y sus gestos, buscando -por encima de todo- lo que conviene a los demás.


Y si el  modo de pensar distingue a las personas elegantes, son los afectos -más aún que las ideas- los que mejor hablan  de nuestra personalidad,  pues "el hombre se identifica con aquello que ama".


Estamos describiendo los rasgos que hacen inconfundibles a la gente elegante, y entre ellos no podria faltar la sonrisa, expresión inconfundible de felicidad, que se ofrece como el mejor regalo para quienes nos tratan;  sonreir equivale a enviar un nítido mensaje:  ¡eres muy valioso para mí, y por eso me encuentro muy agusto contigo!.
Por eso no existe un recurso para elevar la autoestima que supere a la sonrisa.


Al hablar de elegancia resulta obligada una referencia al modo de vestir, que "materializa" gustos estéticos y valores éticos, dejando ver la conciencia que se tiene de la propia dignidad personal; quien es consciente de esta dignidad, trata de subrayar, con la ropa que elige, el encanto de su persona, evitado la falta de pudor, que rebaja su cuerpo utilizándolo como objeto, no raramente... como moneda de cambio; porque -no lo olvidemos- "el cuerpo es la persona".
 Quiero decir con ésto que la elegancia está reñida con la provocación.


El mismo perfume, o colonia, habitualmente usados, puede llegar a ser un elemento de identificación personal.




¿Y qué decir de la cortesía, como rasgo distintivo de la elegancia?. Aunque parece una palabra desusada, no por eso debe ser ignorada. La cortesía se traduce en la atención, el respeto y el afecto con que nos relacionamos con los demás, y lleva a un atractivo "saber estar".


Por último no quiero dejar de mencionar un rasgo que no debe faltar en una persona elegante, la gratitud.
El que es agracecido demuestra su humildad, pues sabiéndose necesitado, dependiente, agradece todos los servicios que se le hacen...como inmerecidos; esa actitud hace irresistíblemente atractivo al que es agradecido, contribuyendo, como un elemento esencial, a la aureola de su elegancia.


¿Te has preguntado por qué resulta tan atractiva  una persona elegante?
Tengo una explicación que espero que te convenza: ese "aroma"que exala la elegancia tiene mucho que ver con el bonus odor Christi (el buen olor de Cristo), ese resplandor divino que tanto arrastraba en la figura humana de Jesús de Nazaret; ese aroma nos permite percibir, de algún modo, la belleza y el atractivo...del mismo Dios.

Nuestro mundo de hoy está necesitado de comportamientos elegantes, de personas con valores humanos, intachables, que hagan atractiva la virtud.



miércoles, 2 de mayo de 2012

¡ PERDÓN, PERDÓN...!

 
En nuestros días son demasiados los que han desistido en su intento de buscar a Dios...aceptando -quizá resignadamente - ser contados en el grupo de los agnósticos.

Quienes alardeamos  de estar "seguros en nuestra Fe", nos atrevemos a juzgar su incredulidad..., y les atribuimos la culpa de su infidelidad:             
¡no quieren creer!   

                                   Tomas Huxley

                                                                                                                                                                                    
Y estas personas, que tal vez han experimentado la angustia de la soledad interior, de una busqueda de Dios en la oscuridad, no sólo  se alejan de quienes les  condenaron...sino que acaban   despreciando a ese "dios" que  les pretenden imponer.


A mí me duele profundamente esa triste realidad.


Quizá con demasiada frecuencia se insta a encontrar a Dios mediante un "esfuerzo intelectual", árduo, que suele resultar  infructuoso;  y  aunque las huellas del Creador en la Naturaleza son concluyentes para conocer su existencia y algunos de sus atributos, en la situación actual del ser humano, sometido a  la presión de un ambiente materialista, resulta dificil para muchos, dar el salto del conocimiento sensible al conocimiento de lo invisible...
Las pruebas para demostrar la existencia de Dios, aún siendo válidas, por desgracia resultan  insuficientes  para quienes no están instruidos.




¿HAY ALGO QUE LOS CRISTIANOS NO ESTEMOS HACIENDO BIEN?...vale la pena reflexionar sobre esto.


Cuando en la plenitud de los tiempos Dios "decide" darse a conocer, escoge para "hacerse visible", unir a su Naturaleza divina  nuestra naturaleza humana..., tomada de una Virgen de Nazaret, en la Persona del Verbo  Eterno.
 Con ello no solo  se nos dá a conocer  Dios, en su intimidad inaccesible, sino que nos descubre el misterio del propio hombre, creado a Su imagen divina.


Pero volvamos a nuestra línea argumental.

Jesucristo no exige a quienes le siguen un ejercicio intelectual propio de metafísicos, opta por ofrecerles un ejemplo sólido y atractivo de lo que es un "ser humano perfecto", y enseñarles una doctrina clara y coherente: ofrece una imagen de Dios cercano y comprensivo.


En el fondo nos da a conocer a un Dios...QUE ES AMOR.

Es al  experimentar ese "cariño de Dios" cuando  percibimos Su presencia de un modo inequívoco.

Si tuviéramos que elegir , entre las diversas imágenes del Dios-hecho-hombre que nos muestran los Evangelios, "la mejor fotografía de Dios", aquella que lo muestra  más fielmente, tendríamos que quedarnos con la de Jesucristo en la Cruz, pues  en ella se expresa del modo  más nítido lo que es el Amor, un Amor que sacrifica el bienestar personal, y hasta  la propia vida temporal...buscando lo que conviene a quienes tanto se ama.

Si Jesús dió a conocer a Su Padre, amando sin condiciones y sin medida a quienes había puesto en Sus manos...¿cómo deberíamos darlo  a conocer  los que por el Bautismo hemos sido "injertados" en Él, y -como miembros Suyos- recibimos el encargo de "prolongar su paso por el tiempo", permitiéndoLe vivir y actuar en nosotros?

¿TRATANDO DE CONVENCER CON AGUDOS RAZONAMIENTOS?, está claro que la respuesta es ¡NO!.

 Más bien deberemos "prestarle el corazón" para que ame con él a quienes se crucen en nuestro camino..., propiciando un verdadero encuentro con Él. 


Sólo despues de conmover el corazón de nuestros amigos...estamos en condiciones de facilitarles el camino de la razón.



Por eso, en la Última Cena, Jesús nos sintetizó el programa de Vida que debíamos seguir para continuar en la Historia su misión apostólica:

" Un mandamiento nuevo os doy, amaos unos a otros COMO YO OS HE AMADO",(Jn 15.12), en esto Me conocerán (visible en vosotros), y conociéndome a Mi...conocerán a Mi Padre.
 Y si nos manda amar de ese inefable modo..., que supera nuestras posibilidades naturales, es porque pone a nuestra disposición el Amor con que podemos hacerlo, porque Jesús nunca pide imposilbles.


ESE Y NO OTRO ES EL MODO EN QUE LOS CRISTIANOS DEBEMOS HACER VISIBLE A DIOS, AMANDO CON EL CORAZÓN DE DIOS

Si actuamos así, el encuentro con un cristiano se traduce en un encuentro real con el mismo Dios.






Y aquí adquiere su sentido el título que he elegido para esta entrada: PERDÓN, PERDON...porque antes que nada estamos obligados a pedir perdón a Dios, por ofrecer de Él una imagen distorsionada, deformada,
 que en lugar de  mostrar su Bondad, 
de hacerlo atractivo, mueve a ignorarLe , a despreciarLe o a rechazarLe, a no contar con Él, a considerarlo...como un problema para nuestra felicidad.



Y también  debemos pedir perdón a todos aquellos que, al cruzarse en el camino de nuestra vida, tenían derecho a ver en nosotros, -en mí-  el reflejo de un Dios  amable y respetuoso, cuando quizá han encontrado a un hombre condicionado por sus intereses egoistas, a un mundano.

Y esto es especialmente aplicable a los padres, que hemos de hacer "el papel de Dios" en nuestras familias.


Perdón por haber resistido al Espíritu Santo, por no habernos dejado  enseñar y mover de tal modo que nuestra vida   les hiciera ver el brillo de la luz de Dios, de esa luz que les permite descubrir su identidad, y les ilumina  el camino de vuelta al Padre.


Por eso, al pensar en tantos que se debaten en las tinieblas de un mundo sin Dios, no puedo menos que sentir el corazón roto,  culpable de haber defraudado a Dios y a quienes necesitaban ver en mí el Rostro amable de Quien tanto los ama; del Único que puede dar sentido a sus vidas, para Quien nada de lo que les preocupa, les interesa o les ilusiona...Le  resulta indiferente;  de Alguien que anhela vivir  sus  vidas...como si fueran propias, para compartir con ellos su infinita felicidad.

lunes, 30 de abril de 2012

PENSANDO...EN TÍ


                                                                                                  
Quisiera servirte de espejo,  un espejo fiel en el que pudieras descubrir tu  verdadera imagen, en el que llegaras a conocerte mejor...mirándote "desde fuera", aproximándote a tu figura real, para   conseguir enfrentarte... contigo mismo.


   Tal vez te tengas por una persona coherente y equilibrada, una persona segura de sí misma, convencida de haber encontrado los argumentos necesarios para justificar un estilo de vida que en otro tiempo -quizá- te hubiese parecido inadecuado.


  No hay duda de que "lo evidente" tiene un gran poder de convicción..., y entiendo por evidente lo que "se impone a los sentidos", ¿cómo dudar de lo que estamos viendo?.


  Aunque si reflexionamos un poco, cuando nos dejamos convencer por lo "aparente" nos estamos instalando en un materialismo que sólo acepta lo que puede ser "experimentado"; materialismo que rebaja nuestra capacidad de alcanzar la verdad, y que, de algún modo, nos animaliza, pues nos impide el conocimiento de lo abstracto, cerrando nuestra mente a lo más importante...que es  invisible.


 No quisiera perderme en pensamientos teóricos, abstractos...y no siempre fáciles de seguir, y mucho menos tratar de imponerte unas ideas que crees conocer bien, con las que tal vez estés familiarizado desde tu infancia, ideas que ya no despiertan interés en tí, y contra las que probablemente estés ya "inmunizado".


  Está lejos de mí la intención tratar de imponerte mi modo de entender la vida...aunque personalmente tenga el convencimiento de estar en la verdad; y es que la verdad no puede imponerse, sino que -todo lo más- debe proponerse, para que sea ella, con su  atractivo propio,  la que nos seduzca.


  El respeto de la libertad no se compagina bien con el empeño en imponer nuestras convicciones con intimidación, con vehemencia verbal...o con amenazas.
 

 No es esa la postura de Dios, que -siendo Quien es- ha preferido no coaccionarnos a la hora de "darse a conocer", aun sabiendo que conocerle es camino obligado para amarle, y lograr, de ese modo, nuestra plenitud personal.

 Si  Él se nos hubiera mostrado como es...no hubiésemos podido soportar su Luz, y en ese momento hubiera dejado de tener sentido nuestra libertad..., pero ¡no!, ha preferido poner a prueba nuestra disposición hacia la verdad: nos ha situado en una penumbra tal... que permite contemplar la realidad-aunque velada- a quien quiere conocerla, y ofrece una buena coartada a quien prefiere ignorarla, tratando de eludir el compromiso que aceptarla conlleva.

Resulta más cómodo moverse en una "realidad" construida por nosotros mismos...a la medida de nuestros gustos y criterios personales.

  Por  consiguiente, no busco más que servirte de ayuda, para que te plantees esas preguntas que todo ser humano debe hacerse en algún momento de su vida..., especialmente en la juventud; preguntas que interpelan sobre el sentido de la vida, sobre nuestro origen y nuestro destino, preguntas cuya respuesta es necesaria para  descubrir nuestra identidad, para asumir nuestra vida como  criaturas inteligentes y libres.


  Y cuando esas cuestiones estén vivas en tu corazón..., cuando te interese seriamente conocer la verdad sobre tí, entonces deberás valorar la coherencia y el valor de los testimonios que se te ofrecen.


No olvides que lo que condiciona el uso que hacemos de nuestra libertad es nuestra actitud ante la verdad, aquí nos jugamos el presente y el futuro, pues el ser humano es la única criatura visible que decide su destino eterno.


  Esa actitud ante la verdad refleja fielmente la opción vital que se ha elegido: la autosuficiencia...o la humildad de reconocerse criatura indigente y dependiente.


  Hay una aparente humildad en quien renuncia al esfuerzo de buscar la verdad, considerando que no está al alcance de sus posibilidades..pero detrás de esa inhibición se esconde la actitud cómoda de quien rehuye el reto y el sacrificio, la actitud de una persona que "se basta a sí misma"...y que pacta con la mediocridad.


¿De verdad vives tranquilo mientras desoyes los requerimientos de las personas que han demostrado quererte más, seguramente tus padres, familiares...o algún amigo?.


  Te propongo algunas preguntas,  con la esperanza de que te atrevas a plantearte sus respuestas:

1ª)¿Qué sentido das a tu vida ?, ¿sabes de donde vienes y hacia donde vas?, ¿qué ocurre "después del tiempo"?


  2ª) Tú, que tal vez te estás preparando para prestar un servicio profesional, o que trabajas ya....¿qué actitud adoptas ante   las necesidades y los problemas de los demás; ante el sufrimiento, físico y moral ?

 ¿Qué podrías ofrecerle a  alguien que se enfrenta a la muerte, a alguien que afronta los últimos días de su vida ?, ¿Podrías aportarle  esperanza ...sin verte obligado a hacer una restricción mental?



3ª) Tú, que quizá tienes  intención de crear una familia, de tener hijos, o que la tienes ya, ¿qué tipo de felicidad podrás ofrecerles?, ¿te conformarías con asegurarles un bienestar material, con orientarlos por el camino del éxito mundano, de la seguridad material?


 4ª) ¿Cómo encajarías una  grave contrariedad, de salud ó económica?, ¿te rebelarías?...¿contra quíen?


  ¿Tienes claras las respuestas a estas preguntas? En el fondo todo se reduce a una cuestión vital: ¿crees en Dios?, ¿qué sabes de Él?, ¿te tratas con tu Creador?...¿hasta qué punto es importante en tu vida?

 


 Al plantearte todo esto me mueve un deseo sincero de ayudarte a abrir los ojos a la Realidad. ¡A cuántos podrás hacer el bien, a lo largo de tu vida,... si conoces las respuestas verdaderas!, y ¡cuántos, que necesitarían de tí, quedarán sin ayuda...si las ignoras, Piénsalo!.



  Convéncete, no existe otro modo de ser feliz, de tener verdadera paz,  si no es  afrontando todas las exigencias de la verdad...aunque nos obliguen a cambiar nuestro estilo actual  de vida, a renunciar a la tranquilidad propia del que se  deja llevar  por el dictado de sus  deseos, a despertar nuestra conciencia  anestesiada.

miércoles, 25 de abril de 2012

HACER AMISTAD...CON DIOS

La razón por la que Dios "se decidió" a crear, hablando a lo humano, es la misma por la que nosotros buscamos con quién compartir nuestras alegrías...porque el gozo del alma tiende, de suyo, a difundirse.
Al crear quiso hacer partícipes de su Vida, inmensamente feliz, a "otros iguales", que por su inteligencia y por su voluntad libre fuesen capaces de hacerse cargo de la "oferta divina", y la aceptasen en uso de su personal libertad.


Quiere esto decir que la relación con su Creador es un elemento esencial, constitutivo, de la naturaleza humana; si se prescinde de esa relacíon, el hombre acaba convirtiendose en un absurdo, como absurda resulta una sombra..sin objeto que la produzca.
Esa relación, por otro lado, está en la base de la sociabilidad humana.


Y el tipo de trato que Dios quiere establecer con cada ser humano es "de Tú a tú", respetando de forma exquisita muestra razón, participada de la Suya, y la voluntad libre, en las que queda  patente nuestra semejanza con Él.


Pudiendo imponer, sin más, Su voluntad a la criatura que había salido de sus manos,  ha preferido "pactar con ella", buscando un compromiso mútuo.
                         ¡Es admirable la delicadeza de Dios con el hombre!


Sin embargo, este "proyecto inicial" quedó frustrado a consecuencia de una lamentable decisión (aunque después podamos considerarla feliz),  de los primeros padres de nuestra familia humana, que instados por el maligno, y seducidos por el brillo de su condición "quasi divina", se atrevieron a dar la espalda a ese Dios que tanto los amaba, y trataron de romper aquella dependencia sin la cual sus vidas perderían todo su sentido.


La libertad les había sido dada para elegir entre el bien y el mal, y  no  para decidir lo que está bien y lo que está mal. Siendo criaturas pretendieron hacerse "dioses".
Así comenzó el drama de nuestra historia humana.


Por diseño, había puesto Dios en el hombre un deseo vehemente de conocer la Verdad y de amar el Bien, deseo que hacía patente el destino a que estaba llamado, reunirse con Aquel en cuya  mente   había sido concebido; ese deseo actuaba en él como un poderoso impulso para "volver a Dios".


Bien lo expresaba San Agustin en sus Confesiones: "nos hiciste Señor para Tí, y nuestro corazón no descansa ..hasta que descansa en Tí".  Cuando San Agustín habla de "descanso" se refiere a la felicidad que se logra en la posesión estable del Bien,  acogiendo  a Dios en nuestra alma.


Este anhelo de unión con Dios, que alberga todo corazón humano, es el fundamento del hecho religioso.

El término religión, etimológicamente viene de  "re-ligare", y se refiere al restablecimiento del lazo que une a    la criatura con su Creador.


Esta "tensión interior" que impulsa al ser humano a buscar a Dios,  hace surgir en la Historia las diversas religiones.


Dios "se conmueve" contemplando a quienes trataban de buscarlo..."a tientas", sin acertar a encontrarle, y es entonces cuando Él mismo toma la iniciativa de salir al encuentro del hombre.


Todas las religiones contienen algo de Verdad, y por ello merecen un gran respeto.


No son pocos los que piensan que, en el fondo, "todas las religiones son iguales", pues en cualquiera de ellas podemos salvarnos, pero hay un pero: una vez que el mismo Dios ha debutado en la Historia humana, como perfecto Dios y hombre perfecto, cuando nos ha desvelado Su identidad, y con ella "ha desvelado el  hombre al propio hombre", en palabras del Beato Juan Pablo II, quien toma conciencia de este hecho no puede ignorarlo...sin poner en peligro su realización personal.


¿Se puede afirmar, sin ser tachados de fundamentalistas, que la Religión Católica es "la religión verdadera"?,
¿Hasta qué punto son sólidas sus razones de credibilidad?


La respuesta podríamos enfocarla "desde el punto de vista de Dios". Te animo a que hagas un ejercicio de imaginacíón. Por un momento pónte en el lugar de Dios. Si tuvieras que acreditar tu condición de Dios ante los hombres...¿cómo lo harías?. Tal vez les ofrecerias un espectáculo deslumbrante y desconcertante, con imagen y sonido, al tiempo que harías retumbar una intimidante voz: ¡ yo soy tu Dios, obedéceme!; con ello lograrías atemorizar al género humano y someterlo, por miedo, a tu voluntad.


Pero Él no actua así.  Quiere "pasar" por la inteligencia de los hombres, a los que trata como iguales; prefiere ofrecerles "signos adecuados a su capacidad de entender", para que lleguen al convecimiento de que es el mismo Dios el que les sale al encuentro, pues sólo Él podría realizarlos.


Y partimos de la base de que existe una sincronía entre nuestro juicio y la leyes que están inscritas en la Naturaleza. El hombre está sometido a esas leyes, que puede descubrir "leyendo el libro de la naturaleza", pero no está en su mano modificarlas, no puede impedir que un objeto lanzado hacia el cielo..no caiga instantes después.


Pues bien,-sigues imaginando que  eres Dios- si demuestras que puedes modificar o anular esas leyes naturales, de un modo notorio, quienes sean testigos de ello se verán obligados a reconocerte como Dios.


Esa es una intencion principal de los milagros que se describen en el Nuevo Testamento; Jesucristo, consciente de su condición divina, traza un plan para convencer a los que tiene cerca de su divinidad: "si no Me creeis a Mí, (a Mi Persona), al menos creed a Mis obras" (Jn 14,24), sólo Dios podría hacerlas.


Y esas obras eran tan espectaculares qu no ofrecían la menor duda: devolver la vida a un cadáver, hacer que un miembro atrésico (no formado) "apareciera" en un instante, o calmar una tempestad en el mar....todas ellas eran pruebas irrefutable de su poder divino.


Es cierto que hoy, muchos podrían pensar que tambien hay magos que deslumbran con sus trucos, haciendo creer que son milagros; según ellos Jesús podría haber sido un mago escepcional.


A pesar de sus  milagros, la incredulidad de los judíos les llevaba a exigirles un nuevo signo de su mesianidad, una demostración de su confesada filiación divina, y Él, no sin indignación por su ceguera voluntaria, les remitía a la prueba definitiva, prueba que había anunciado repetidas veces, y que no dejaría lugar a dudas: Su propia Resurrección de entre los muertos.


El linchamiento de Jesús y su crucificción, fueron -por voluntad divina- un hecho público y notorio, ocurrido en una Jerusalém muy concurrida: nadie podría dudar de la realidad de su muerte,                    ¡era importante que así fuera!.
Gracias a eso su Resurrección suponia la prueba contundente de su Naturaleza divina.


El acontecimiento de la Resurrección puede ser calificado como un hecho "metahistórico", porque más que ocurrir en el tiempo supuso un "escaparse de las barreras de tiempo y espacio", para convertirse en un suceso actual en todo el curso de la Historia.
Jesucristo vive, pero no con la vida temporal con la que recorrió los caminos de Palestina,  abocada a la muerte, sino con Vida eterna. Hoy sigue Vivo.


Sus discípulos quedaron profundamente impactados por esa nueva Vida, que se les ofrecía para compartir, hasta el punto de dejarse  martirizar  por atestiguar la Resurrección de su Señor.


Juzgando desde un punto de vista de rigor histórico, existen razones suficientes para acreditar el hecho de la Resurrección; no es posible aplicar el entendimiento y no encontrar razones de credibilidad...aunque tambien es cierto que resulta necesario el concurso de la voluntad -querer creer- para aceptar el don de la Fe.


¿Hay alguna otra religión que ofrezca las pruebas irrefutables de los milagros?, ¡no!.

Por ello resulta razonable creer que el personaje histórico de Jesucristo es Dios, y  que la Religión Católica -cuya Iglesia Él fundó- es la religión verdadera.