Bienvenidos a mi blog

La razón de incluir este blog en una web de formación como es identidadymision.com es crear una ocasión continuada de expresar ideas, y de compartir experiencias, que como ser humano, como amigo, como padre, y -en todo caso- como cristiano, he adquirido y acumulado a lo largo de una vida que empieza a ser... dilatada en el tiempo.

¡Ojalá, pueda lograr ese objetivo!

INDICE TEMÁTICO DEL BLOG, CON ENLACES A LAS ENTRADAS, Y ORIENTACIÓN SOBRE SU CONTENIDO...


jueves, 17 de marzo de 2011

¡ VAMOS A PENSAR UN POCO!

 ¿Por qué  está en peligro la transmisión de la Fe en nuestro tiempo ?, ¿ por qué nos insiste el Papa en que LA EDUCACIÓN CRISTIANA, EN NUESTROS DÍAS, ES UNA VERDADERA  EMERGENCIA?.


Hoy, que por desgracia vivimos la triple catástrofe que sufre Japón,  un terrible terremoto, un tsunami devastador y una amenazante fuga radioactiva, podemos entender -por analogía- el significado que debemos dar al término "emergencia": dramática situación en la que se impone la necesidad de rescatar, contra reloj, a muchos millones de personas, que yacen sepultados bajo los escombros de una civilización basada en el egoismo, en el desprecio de la dignidad humana, y en la cultura de la muerte.


Si se pierde esta generación....¿será posible conservar la Fe para la humanidad del futuro...?,  esta acuciante cuestión fue dejada en el aire por el mismo Señor: "¿ Cuando vuelva el Hijo del Hombre...hallará Fe sobre la Tierra? (Lc 18,8)


¿Por qué no se propaga hoy el incendio del Amor de Dios, como cabría esperar, como ocurrió en el ambiente pagano de la primitiva cristiandad?


Pienso que la explicación está en la escasa credibilidad de gran parte de los "cristianos" de hoy: está en crisis nuestra condición de testigos del Resucitado....,¿ si no ardemos con el Fuego del Espíritu Santo...cómo podríamos propagar el incendio ?

Y el "factor de convicción" de nuestra Fe, la prueba de estar viviendo Vida divina, es la alegría serena, el gozo de sabernos hijos queridísimos de Dios, de experimentar la inmensa emoción de sabernos "salvados"( todo depende de nosotros, de que aceptemos el Don de Dios), como se nos afirma en el Salmo 50 : "Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, y devuélveme la alegría de la salvación".


Si quienes nos llamamos cristianos, nos presentamos ante los demás con el pesimismo "esculpido" en nuestro rostro....¿cómo hacerles creer que hemos encontrado el Tesoro de la Vida eterna?


Si se nos ve condicionados por lo material, sometidos al imperio despótico de nuestras pasiones, obsesionados por la imagen que ofrecemos a nuestro alrededor...
     ¿ cómo podríamos atraerles con la belleza de la Fe?.


Por tanto, el problema no está en que aquellos a quienes debemos transmitir la Fe estén en una disposición muy desfavorable....sino en que nosotros, hablando en singular, no estamos respondiendo adecuadamente a la vocación cristiana.


Quizá ni siquiera sabemos lo que significa " SER cristiano", y lo limitamos a una  imitación externa del comportamiento ejemplar de Cristo, cuando supone una transformación que afecta a nuestro ser...,y se manifiesta en el obrar.

   Quizá no hemos comenzado a enterarnos del cambio de identidad y de misión que conlleva "aceptar pertenecer a Otro", ser "de Cristo", miembros vivos de su Cuerpo...en el que somos vivificados por su mismo Espíritu Santo.


Claro está  que asumir esa "nueva identidad" resulta muy comprometedor, pues supone-antes que nada- renunciar a "lo que éramos antes", a disponer de nuestros talentos y de nuestro tiempo a nuestro antojo,  cuando nos ha sido concedido para hacer una determinada tarea... y no lo que nos va apeteciendo...en cada momento.


Pregúntate si estás esperando que se cumpla el tiempo de tu trabajo, o de tu estudio, para dar rienda suelta a tus gustos y deseos..., si te sientes " liberado" para hacer lo que te de la gana: un hijo de Dios no tiene "vacaciones" a la hora de servir a su Padre Dios.

Pero volvamos al argumento anterior, ¿cómo permanecer siempre alegres, de modo que quienes nos traten se sientan atraídos por nosotros, y se  pregunten por el motivo profundo de nuestra paz interior?


No es suficiente con tener una formación espiritual aceptable, de la que por desgracia, hoy, muchos carecen; ni con tratar de hacer compatible una vida propia de gente del mundo..con una vida de cristianos...; quien así actua se engaña, pensando que con no "robar ni matar", y con cumplir el requisito de "llevar todos los Domingos el cuerpo a Misa"... tiene asegurada la salvación.


No es así. La llamada a compartir la Vida gloriosa de Jesús Resucitado pasa por seguirle en el duro trance de su Pasión y de su muerte, por unir al suyo...nuestro destino.


Ordinariamente no nos será exigido el martirio-  aunque no son pocos los que lo aceptan en nuestros días- , pero sí resulta obligado un verdadero "holocausto espiritual" (y sabemos que lo que distinguía al holocausto de otros sacrificios de la Antígua Alianza, es que la víctima ofrecida debía ser totalmente..consumida por el fuego).

  Una entrega así equivale a aceptar morir para el mundo, renunciando a cualquier aspiración que se oponga al proyecto que ha diseñado Dios para nuestra vida, de modo que podamos hacer propia la letra de una bella canción: "vivo solo para amarte".


La obediencia es el tipo de muerte que se nos pide para ser "de Cristo", cristianos.


Obediencia a su Espíritu- al que también debe ser "nuestro"Espíritu-, obediencia del entendimiento, para creer, aceptando lo que nos revela ...por encima de nuestro juicio personal; y obediencia de la voluntad, para asumir como propios los planes de Dios...anteponiéndolos a planes personales.


¿Acaso una madre, entregada al cuidado de su bebé, hace lo que "le apetece" en cada momento?, ¡no!, por el contrario está anteponiendo, sus 24 horas del dia, el bien de su hijo a su propio bienestar..., incluso hasta cuando se le exige un comportamiento heróico.

Y sin embargo, en ese desvivirse por los suyos vive los años más felices de su vida....


Esa obediencia, diligente y abnegada, no a ratos.. sino continuada, es la condición para permanecer en Cristo como miembros activos, llenos de vitalidad.


Perteneciéndole, no tenemos otra misión que la de Aquel de quien somos, por quien somos y para quien somos.  Todas nuestras ocupaciones, nuestras ilusiones, nuestros problemas , lo que pensamos y lo que hacemos....,en la atención de la familia, en el trabajo o el estudio, en la presencia en la vida social, deben quedar " integrados" en el proyecto redentor de Jesucristo, Verbo encarnado.


Ninguna ocupación debe quedar excluida de la misión que nos corresponde en ese Cuerpo singular, hasta el mismo descanso.


Cuando aceptamos el "peso de la obediencia", entonces y sólo entoces, experimentamos la alegría propia de los hijos de Dios, la de aquellos que se dejan mover..por el  Paráclito divino.


Oí decir a un Santo: "la verdadera alegría tiene sus raices en forma de cruz", y esa alegría -no otra- hace brillar en nuesro rostro la luz de Dios, haciéndonos aptos para prolongar el paso de  Cristo en nuestro tiempo, vivo en nosotros, haciéndo posible su encuentro con todos aquellos que se crucen en el camino de nuestra vida.





1 comentario: